jueves, 24 de abril de 2008

Os deseo lo mejor




Las prácticas llegan a su fin. Tengo una sensación agridulce, por un lado no puedo dejar de mostrar mi alegría por su término pues en lo personal me ha exigido un importante esfuerzo,-doblar turno de trabajo, no descansar los fines de semana..., tras las intervenciones terminaba rendido, pues parafraseando al admirado profesor de antropología Javier Marcos “me entrego en las intervenciones”-.

Pero siento una profunda tristeza por las madres, niños y niñas que dejamos en el centro, personas que se merecen todo el cariño y atención del mundo, para que no sean arrastrado por el circulo de la violencia en el que se encuentran sumidos.

Mirando con perspectiva, estos días te permiten reflexionar sobre lo aprendido en la carrera. No es cierto que no sirva de nada, pues los conocimientos adquiridos me han permitido mirar de otra manera la realidad, cobrando sentido alguna de los conocimientos que nos han sido impartidos en estos años. Me viene a la memoria lo dicho en numerosas ocasiones por Carmen Galet, que, más o menos, manifestaba que que la institucionalización de los niños es siempre el último recurso. Es cierto, entrar en las redes de lo institucional supone que mucha gente siente y decide por ti. No todas esas decisiones y sentimientos son correctos.


La violencia machista es inadmisible en cualquiera de sus formas. Los hombres tenemos la revolución pendiente de descubrir con orgullo nuestra dimensión afectiva, dulce y emotiva, rompiendo definitivamente la cultura patrialcal transmitida de generación en generación, que nos presenta como seres medievales, dueños y señores de la mujer que ha decidido compartir su vida con nosotros. Esta ruptura con el pasado nos descubre la igualdad como un orizonte donde los roles nos permitirán ser más, que dos - como dice la teoría de los sistemas por cierto-. Este es un trabajo donde los educadores sociales tenemos un campo de actuación más intacto de lo que podríamos suponer por los avances en la leyes. Esta batalla tiene que trasladarse a la sociedad y dentro de ella a la escuela, a los institutos, a las universidades, a los trabajos, a la tercera edad, al tiempo libre, al ocio, a las tareas domésticas, al cuidado y educación de los hijos, a las imágenes estereotipadas que del hombre y la mujer transmite los medios de comunicación de masas...

También es cierto que existen madres y padres a los que habría que retirarles puntos por no ser lo suficientemente maduros y maduras para afrontar una convivencia razonable como pareja y una educación normalizada con los hijos. Sinceramente en más de una ocasión el carné de padre y madre sería retirado sin lugar a dudas, obligándo a recuperar esos cursos con formación en "escuela de padres y madrs".

He tenido la sensación que la violencia de género afecta a todas las capas sociales de la sociedad, pero no nos engañemos, centros como en el que hemos realizado las prácticas, son el último recurso de los más desfavorecidos y no se lo merecen.

El Centro cumple una función social muy importante, pero tiene que seguir mejorando, sobre todo para evitar que los niños sigan respirando un ambiente tóxico como el de origen.

Quiero terminar esta entrada agradeciendo la amistad y buen hacer de mis compañeros de prácticas, Cesar y Mar, creo que hemos hecho un buen equipo, que nos hemos complementado y que hemos sabido disfrutar de este mes. Son unas magnificas personas y serán, sin ninguna duda, mejores profesionales y con vocación de servicio a los demás. Todo un lujo haber podido compartir esta experiencia y haber aprendido muchas cosas de ellos.

Este blog es un homenaje a Lucía, Sara, Elena, David, Estefanía Aroa, Luismi, Angel, Antonio, Ainara y a sus madres. Os deseo lo mejor.

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