lunes, 24 de enero de 2011

Fundamentación teórica de la Pedagogía del Ocio

 
El Ocio es un instrumento educativo muy significativo, la experiencia me dice que la intervención en el ocio es un facilitador privilegiado de integración social, de todo tipo de personas , de todas las edades.

El Ocio como instrumento de Educación. 
La vivencia del ocio ha de ser una experiencia integradora entre los valores personales y el sentido que se otorga a la vida, sólo se podrá lograr una vivencia positiva y satisfactoria si existe una formación, a lo largo de toda la vida, que permita aumentar la capacidad de comprensión de los beneficios que proporciona un ocio de calidad.
En este sentido Erich Weber (1969) fue uno de los primeros investigadores en cuestionarse si las personas requerían una formación para utilizar adecuadamente su tiempo libre, llegando a la conclusión de que la educación en el ocio es imprescindible por dos razones (Trilla 1993, Llull 1999):
1.    Toda persona necesita una formación para utilizar de forma razonada su tiempo libre y convertirlo en un espacio gratificante y con sentido.
2.    La utilización adecuada del tiempo libre proporciona armonía en el ritmo de vida de las personas y en la propia organización de los tiempos.
        
Sus teorías van encaminadas hacia la utilización adecuada del tiempo libre, en el que han de estar presentes actividades relacionadas con el descanso, los juegos, la diversión, la cultura y el deporte. 
La prevención de la utilización inadecuada del tiempo libre es una constante en su obra. Considera que la educación para el ocio ha de fomentar una vivencia útil, eficaz y gratificante para la persona y debe desarrollar la toma de decisiones entre las diferentes alternativas que se tienen en el entorno. El autor considera que la educación ha de ofrecer ayuda para que la persona pueda tomar decisiones correctas en su tiempo libre.
Por otro lado durante la década de los ochenta, Henz (1976), en sus diversos estudios, analiza la pedagogía del ocio y la contempla como la educación dirigida al aprendizaje de la utilización correcta del tiempo libre, aportando un sentido a los tiempos vacacionales y vivenciando de forma armónica el trabajo, el ocio y la fiesta. 
Diferencia tres grandes grupos de actividades que se pueden realizar en el tiempo libre:


  1. Las aficiones, que se enmarcan dentro de un ocio activo y consciente, desarrollando múltiples intereses. 
  2. Las actividades que consisten en ver excesivamente la televisión, beber de forma exagerada y otras actividades similares, que configuran un ocio pasivo.
  3. Las actividades útiles que no son pura diversión. 
Henz (1976) otorga gran importancia en la educación para el ocio a la figura del educador, como sujeto activo que propone alternativas de carácter cultural, artístico, deportivo, lúdico, creativo, etc., encaminadas a la reducción del ocio pasivo.
En España, Puig y Trilla (1996), en su libro La Pedagogía del Ocio, aportan útiles indicadores, que enmarcan la pedagogía del ocio dentro del contexto que ocupa en la sociedad actual y de las necesidades que la misma plantea. Consideran que los principios generales de la pedagogía del ocio son los siguientes:
1.- Respetar la autonomía y la libre elección. La pedagogía del ocio ha de ir dirigida a enseñar a crear, no sólo a consumir; ha de generar alternativas para que se pueda elegir, ha de fomentar y no suplir. 
2.- Armonizar la diversión, creación y el aprendizaje en las actividades de ocio que se realicen en el tiempo libre, tanto de forma individual como colectiva.
3.- Respetar la contemplación frente el activismo desenfrenado que impregna nuestra sociedad. Toda persona, en su tiempo libre, tiene derecho a no hacer nada, y la ociosidad que conlleva el no realizar actividad alguna puede servir no sólo como terapia sino como fuente de aprendizaje, si la contemplación comienza a formar parte de una necesidad vital. 
4.- La evaluación no debe estar presidida por criterios utilitaristas; ha de realizarse analizando los procesos intrínsecos de la propia actividad y el grado de satisfacción que produce. 
5.- Ayudar a descubrir el placer que genera la realización de las tareas cotidianas que se han de realizar en el tiempo libre, tales como cuidar una casa, realizar las compras, relacionarse con los vecinos, etc. Se fomenta de esta forma el valor de lo cotidiano. 
6.- Desarrollar la contingencia de lo extraordinario, ofreciendo la oportunidad de realizar actividades que se salgan de la rutina diaria. 
7.- Liberar tiempo para el ocio gratificante y formativo, planificando adecuadamente el tiempo libre para impedir que se pierda en actividades tales como los desplazamientos en las grandes ciudades. 
8.- Detener la polarización entre los tiempos, proyectando al tiempo de trabajo las cualidades positivas que, al parecer, sólo tiene el tiempo libre. 
9.- Participar en la formación de las diversas instituciones que se ocupan de organizar actividades en el tiempo libre, como son los clubes o las ludotecas. 
10.- Evitar el aburrimiento y el tedio, muy frecuente en el tiempo libre tanto de los niños como de los adultos, que impiden que se lleve a cabo el verdadero objetivo del ocio: proporcionar placer y disfrute mediante el desarrollo de determinadas actividades que favorecen el desarrollo personal de cada sujeto. 
11.- Compatibilizar el ocio individual con el colectivo para lograr un encuentro satisfactorio con uno mismo y con los demás. 
12.- Identificar los ocios nocivos y crear un sistema de valores que genere el rechazo de esos ocios.
 Puig y Trilla (1996), en sus investigaciones sobre la pedagogía del ocio, señalan una serie de condicionantes que han de tenerse en cuenta a la hora de diseñar un currículo o  un proyecto educativo para el ocio:
a) Las posibilidades que ofrece el entorno familiar, escolar, social, urbano y ecológico:
• Equipamientos culturales y deportivos. 
• Espacios recreativos. 
• Lugares de esparcimiento en contacto con la naturaleza: Jardines
Parques, proximidad con el campo, etc.
• Medios de comunicación. 
• Familiares, educadores, amigos, vecinos, etc.
• Códigos y normas de carácter legal y moral.
b) Posibilidades reales de acceso al entorno:
• Nivel económico. 
• Status social. 
• Edad. 
• Sexo. 
• Rol familiar. 
• Costumbres.
c) Antecedentes educativos, escolares, familiares e informales.
d) La individualidad de la persona:
• Gustos e intereses personales. 
• Preferencias.
• Capacidad cognitiva.
• Trastornos asociados.
• Apoyos requeridos
Medios en los que se desarrolla la intervención de la pedagogía del ocio.
La intervención educativa en los distintos medios, según Puig y Trilla (1996), surge cuando se produce una combinación de elementos que interactúan entre ellos mismos y el aprendiz, los medios educativos pueden ser entornos muy amplios y generales, como el barrio y la comunidad; o algo más reducidos, como la familia, la escuela, el club; y todavía más reducidos y específicos, como la clase, el grupo de amigos, etc. 
En función de una clasificación basada en criterios de extensión, los autores distinguen entre los macromedios, mesomedios y micromedios. De acuerdo con cada uno de ellos, la vivencia del ocio va a ser distinta y van a influir numerosos factores.
1.   Macromedios
  •  Sistemas sociales según el modelo de producción: capitalista, comunista, esclavista.
  • Zonas mundiales según el grado de industrialización: Países desarrollados, Países en desarrollo, países sub-desarrollados. 
  • Según el medio urbano o rural. 
  • Según los ámbitos definidos políticamente: estados.
  • Según ámbitos definidos históricamente: naciones. 
  • Según ámbitos definidos étnicamente.
2     Mesomedios: 
  •  Oferta de recursos y servicios de ocio. 
  • Tiempos libres: vacaciones, excursiones, ...
  • Producción de bienes de consumo para el ocio: libros, discos, espectáculos... 
  • Ocios comunitarios: Los barrios, los pueblos y la oferta de alternativas,... 
3     Micromedios
  •  Las instituciones. 
  • Los núcleos de relaciones personales: grupos de amigos, de acampada, de trabajo en alguna actividad, ...
La capacidad educativa de cada uno de los medios es diferente. Si nos situamos en el ámbito de la pedagogía del ocio, la intervención más común de los profesionales de  la educacación social, que no la única, es en los micromedios. 


Características de la intervención educativa.
La intervención educativa en materia de ocio ha de tener la adaptabilidad a los propios sujetos y la capacidad organizativa que proporcione una sensación armónica en sus acciones. 
El animador, presente en el medio educativo, es de vital importancia para llevar a cabo una acción eficaz en la formación para el ocio, bien sean padres y madres, los educadores /as  o responsables de las instituciones recreativas. Estos deben intervenir sobre los siguientes aspectos:
  •  Elementos del medio, ya que se pueden modificar, eliminar, crear etc.
  • Relaciones entre los elementos. 
  • Relaciones entre los elementos y los hijos.
  • Relaciones entre los padres y sus propios hijos. 
La pedagogía del ocio para la reinserción social
Entendemos que el ocio ha de asumirse como un proceso de acción participativa, que necesariamente debe implicar al individuo con la autonomía y criterio para decidir el qué, el cómo y para qué de la actividad, como proceso de entrenamiento para favorezca la interacción social positiva.  
El ocio no es solo una actividad del tiempo libre, es también una forma de entender la existencia como vivencia, disfrute, creación y libertad, que potencia los ámbitos de interacción del hombre, planteándose como un medio para el mejorar la calidad de vida, es decir su dimensión, psicológica individual, social, familiar, política y  educativa.
La implementación de programas de ocio tiene un impacto sobre el desarrollo de la personalidad individual, buscando que este desarrollo trascienda al ámbito local o de una institución específicas como los centros penitenciarios, centro de reforma, centros educativos o la propia institución familiar, propiciando dinámicas de mejora y autogestión de las comunidades, partiendo de indicadores y beneficios que deben garantizar la calidad de vida de los destinatarios, respetando sus dimensión humana esenciales: lo lúdica, lo actitudinal o la libertad de elección. 
Las definiciones de ocio son muy diversas al poner el énfasis en algunos de los elementos anteriores, si se trata del factor tiempo, por ejemplo, hay quienes consideran que el ocio es aquél que está ocupado en no trabajar - trabajo remunerado - otros suman  el tiempo de trabajo, el que se dedica a las tareas y obligaciones familiares y personales y quienes además le adicionan el tiempo dedicado a las obligaciones espirituales y políticas, dejando como ocio el tiempo libre en el sentido de no ocupado por ninguna imposición sea del tipo que sea (Puig y Trilla, 1996).
Otras definiciones opuestas o complementarias a las anteriores definen el ocio por la actitud de quien lo vive, al ser considerado un logro que se alcanza como resultado de la expresión libre, creativa y satisfactoria del individuo.

Otros autores se refieren al ocio en términos de las actividades, donde se encuentran dos posiciones: las definiciones relacionadas específicamente con el ocio, y la de quienes plantean que el ocio está en cualquier actividad, incluso el trabajo, dependiendo de la actitud con la que el individuo lo asuma.
Una definición que integra estos tres elementos, aunque mantiene la clasificación de tiempo por su contenido,  es la de Dumazedier quien afirma: 
“el ocio es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria, sea para descansar, sea para divertirse, sea para desarrollar su información o formación desinteresada, su participación social voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales,  familiares y sociales”.
Por otra parte el ocio -en su sentido de diversión- se ha definido como un juego con reglas relativas que normalmente involucra actividad física y que proporciona descanso, no únicamente para el trabajo sino también en otras actividades sociales. El ocio es visto como una manifestación del hombre, la creatividad y la auto-expresión. Las actividades de ocio no necesariamente involucra competencia es espontáneo y menos rígido. Este es un concepto muy democrático, es para cualquier persona.
Genéricamente, la definición de ocio se ubica en cinco grandes áreas:
1.   la humanística (que lo define en términos de emociones),
2.    la terapéutica (lo ve como un producto esencial),
3.   la cuantitativa (que lo ve como el tiempo segmentado),
4.    la sociológica (como la interrelación entre sociedad y ocio) y
5.   la auto-expresionistas (como medio de expresión y afianzamiento de la identidad de los participantes).
De las diferentes posiciones se deriva filosóficamente una forma de asumir el ocio. Sin embargo, bien sea que se tome como actividad, experiencia o educación, es indudable la importancia que el ocio  ha tomado en la vida del hombre, y las enormes posibilidades de crecimiento que ofrece al ser humano, siendo relevante el interés que existe acerca del qué y el cómo construir una cultura del ocio y el tiempo libre que sea realmente constructiva, y que la vivencia del ocio sea una experiencia que favorezca la sociabilidad, y la cohesión social, siendo por ello relevante el diseño de ofertas concretas en espacios tan complicados como el penitenciario.
En mi opinión los educadores sociales debemos entender que los programas y espacios de ocio y tiempo libre son  esenciales para el desarrollo social, también en los ámbitos cerrados de intervención, como los centros de reforma o las prisiones... en ellos se puede implementar iniciativas que faciliten intervención social para capacitar  en habilidades y competencias sociales -No olvidemos que uno de los principios de los centros de reforma es que los menores con medidas, son miembros activos de la sociedad-.
Independientemente del ámbito de intervención la pedagogía del ocio ofrece la posibilidad dual de educar en el tiempo libre y de educar para el tiempo libre.  
Educar en el tiempo libre como el ámbito temporal en el que se materializa algún tipo de educación, que puede ser una actividad propia del ocio encaminada a formar a la persona para que éste sea más enriquecedor o dirigida a algún objetivo formativo o de aprendizaje alejado del tiempo libre, es decir educar en el tiempo libre significa aprovechar este tiempo como marco de alguna actividad educativa, sea la que sea.
Educar para el tiempo libre se refiere a que ese tiempo se convierte en el objetivo de la intervención pedagógica. Se pretende preparar, formar, a las personas objeto de nuestra intervención  para que vivan su “tiempo disponible”, poniendo todo el acento en ese “vivan”.
Educar en y para el tiempo libre se confunden en muchos casos debido a que desde las dos aproximaciones la acción educativa está mediatizada por el ocio, es decir por las variables que la definen en términos principalmente de la actitud como el individuo la asume y de manera secundaria por el contenido de las actividades.
Un elemento esencial es el juego; se educa para y en el tiempo libre mediante la vivencia del ocio mismo, es decir, son inseparables los procesos de aprendizaje y de la práctica concreta de los contenidos que hay que aprender. Como anotan Puig y Trilla (1996),  
“… la pedagogía del ocio ha de contribuir a la creación de esta rica, creativa y personal vivencia respetando siempre, además, la autonomía esencial del tiempo libre”.
Actualmente la producción en serie de bienes de consumo ha impuesto un estilo individual  de vivir las actividades de ocio, en detrimento de las vivencias colectivas.  De esta realidad no escapa tampoco la institución familiar, institución que sigue siendo elemento central de la socialización primaria integral. Las escualas de padres y madres tienen que incluir también el ocio, pues  el estilo de vida urbano industrial reduce a la familia a su dimensión nuclear donde solo conviven dos generaciones (padres e hijos), perdiendo el papel privilegiado de sociabilidad del tiempo libre que se vivía en su seno y en la comunidad. 
Como toda actividad social, el ocio tiene una faceta simbólica - sin entrar en la interpretación que asume lo simbólico del ocio como un elemento diferenciador de clase más que de placer-, se rescata el valor del mismo como un signo de afirmación personal, da la posibilidad de emanciparse  de la estratificación social, de romper con el conformismo del propio medio, para facilitar una expresión más íntegra de la propia personalidad, deseos y gustos. En este sentido trabajar por el ocio colectivo, es democratizar la sociedad, fomentando la integración y la participación, -que en tiempos como los que corren no so objetivos intranscendetes-.
El ocio también tiene una dimensión terapéutica, dimensión  considerada esencial  para el descanso y diversión , que ayudan decisivamente a mantener la salud fisica y mental. En este caso el tipo de actividades que se realicen contribuyen de una u otra manera (psicológica o físicamente) a mantener un estado de bienestar.
La observación de estos principios en cualquiera de nuestros ámbitos de actuación profesional como educadores sociales,  puede lograr que el ocio cumpla los objetivos de dotar de experiencias positivas de sociabilidad, ello potencia  la utilización de técnicas de la animación sociocultural. 
Intervenir sobre el ocio es un reto y un desafío, pues necesariamente exige superar muchos obstáculos macro  y micro sociales e institucionales. 

Ocio y  Deporte.
El deporte es una de las manifestaciones más relevantes del ocio contemporáneo, el deporte es uno de los instrumentos más potentes para poner en práctica una pedagogía del ocio, por  fomentar la inclusión social, como así lo pone de manifiesto, por ejemplo el  Libro Blanco sobre el deporte de la Comisión Europea (2007). Este libro otorga tal importancia que este concepto es desarrollado por un apartado que titula: Aprovechamiento del potencial del deporte para la inclusión social, la integración y la igualdad de oportunidades, donde se indica: 
“El deporte contribuye en gran medida a la cohesión económica y social y a lograr unas sociedades más integradas. Todos los ciudadanos deberían tener acceso al deporte, para lo cual es necesario abordar las necesidades específicas y la situación de los grupos minoritarios, además de tener en cuenta el especial papel que puede desempeñar el deporte en el caso de los jóvenes, las personas con discapacidad y aquellas procedentes de entornos más desfavorecidos.
  ..Las actividades deportivas sin ánimo de lucro… contribuyen a la cohesión social y a la inclusión social de los grupos vulnerables, pueden considerarse servicios sociales de interés general.”
 Imagen 1: Giganntes y cabezudos en las Ferias de Plasencia
 Imagen 2: Verbena en un centro de Mayores
Bibliografía.


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